Contemplando el mundo |
Habría pasado ya muchos momentos
de oscuridad, momentos muy duros psicológicamente hablando, mi mente constantemente
me engañaba, exageraba las cosas, era una mujer muy receptiva, muy sensible, y
justo por aquello, he sentido tristeza de una forma brutal, mi pesimismo invade mi cuerpo y entrañas, y con ello las ganas de ya no querer vivir, se asemeja a ese sentimiento que provoca en la barriga la montaña rusa cuando comienza
la cuesta abajo, pero este se repite una y otra vez cada día, a cada hora con más y más fuerza. ¡Es
insoportable! ¡Cualquier mínimo detalle lo empeora! malinterpretas y
sobreinterpretas las palabras, todo es deprimente, no hay deseos para hacer
nada más, ¡pues, no vaya a ser que otro evento empeore el sentimiento apenas
soportable para seguir! por eso a veces la vida se siente de sobra. Solo
lo vemos en nuestro mundo y es tan difícil mostrarles a las personas que se interesan por nosotros la realidad que vivimos, por todo tipo de pensamientos malos, ellos pueden sentirse mal por uno,
los podemos preocupar con los problemas, o los vamos a amargar, no nos van a entender, nos van a
juzgar, creerán que son ridículos nuestras dolencias o simplemente no queremos que sientan lastima por uno, si ellos ya
viven sus propias vidas, es suficiente con la que yo mismo siento por mí y no
es nada agradable. ¡NO ES REALMENTE QUE NOS SOBRE LA VIDA!
Cuando un ser al que yo le tenga
fe y amor de cualquier tipo (familia, pareja, amigo, mascota, animal de la
calle, insecto en problemas) se me acerca a pedir ayuda o desea un simple consejo,
se lo doy. Se lo doy sin importar que tan de la mierda me sienta, y no es decir
mucho. Y no se la doy de mala gana… se la doy pensado, dejándole un poco de mi
pasión, de ese sentimentalismo extremo e inherente que acecha mi alma y
culpable innegable sin duda de nuestra ignorancia que al ser incapaz de
describirlo conocemos como “depresión”. Me alegra, que mis consejos en gente “sana”
resulten, porque aparte que me hace sentir muy bien la alegría de alguien más,
me recuerda que esa pasión es muy sanadora, tiene mucha bonanza, y la única
desgracia es que no sepa usarla para mi misma. Así que tal vez soy un candil de la
calle, como me han dicho muchos, pero si podemos restaurar a alguien que no
conocemos como a nosotros mismos, imaginen lo que haríamos cuando aprendamos a
manejar las emociones que nos impiden alumbrarnos. Un día ya no seremos más la
oscuridad de la casa porque tendremos pasión por la vida. Y cuando aprendamos a
vivir, será como andar en ruedas, pero como los patines primero nos dimos
unos buenos madrazos y hasta juramos no volver a montarnos cuando en verdad dolió,
tal vez sean muchos días más aún de no poder “accionar”, pero créeme que para
accionar se necesita primero tener un día, y esa es la más grande valentía
poder seguir a pesar de no querer hacerlo, un día diremos “cuando aprendimos…
no nos pudieron alcanzar”.
Ayúdate de las energías, porque ahí están esperando por ti |
Somos muchos los que andamos por ahí,
pero no nos notan porque somos silenciosos. Si aún sigo en la lucha es porque
soy más consciente de esto, y he visto como en los tiempo de paz interior, sana
aún más, desborda buena vibra, vivo con intensidad, puedo leer un buen libro y disfrutarlo porque viví la historia, una puesta de
sol me pone en un intermedio entre la risa y el llanto y es delicioso, es algo
que quieres repetir una y otra vez, cuando ves una flor, un río, el océano, un animal, la sonrisa de un niño, no dejas de admirar su
belleza, cuando el aire sopla puedes sentir lo agradecida que estás, cuando comes un
pan calientito, juras que eso es vida, y no es exagerado, ¡¡¡eso es vida, chingao!!! Sé que es mi pasión, mi alto grado de sentimientos lo que me atrapa
en ese hoyo, y si en ese hoyo descubro que no se pudo más, incluso con eso me
doy por bien servida, ¡que chingona estuvo la vida!, yo le diría al siguiente en
la fila que me atore, pero que sin duda me volvería a formar para vivir, porque estuvo completa…
¡Estuvo chidisimaaaa!
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