Me había prometido no callar más
los atropellos hacia mi persona, pero no pude mantener mi valiosa palabra ¿Por
qué? Pues resulta que tengo un traicionero corazón de pollo, además de mendigo
rajón que prefiere sufrir y guardar el coraje en silencio, antes que lastimar a
uno que tal vez ya esté más lastimado que el propio. Así es, este corazón a
todo le encuentra excusa, me dice, “¡mira su situación!, tú te puedes reponer,
¡todavía estás fuerte!, ¿no eres un Roble? pero aquel débil bicho ya ha pasado
por mucho, además, no fue tan grave ¡muérdete el labio, y sigue adelante!”
Pero la impotencia, el coraje, el
orgullo de ser primero yo, o vaya usted a saber que chingado sentimiento
negativo se haya formado pero lo que sí, es que es uno bien latoso, que por
ratos me infecta mi sistema repartidor de vergazos…
Y no es por alagarme, pero la
persona a la que defiendo, nunca se va a enterar, que aquí tiene una fiel
amiga, de esas chingonas, que con tal de verle feliz, de verle en paz, se ha generado de a gratis
algo de inestabilidad al más valioso regalo que atesoro, que es mi vida. Podrían pensar, ¿pero a los amigos, no se les oculta nada? Y no podría estar más de acuerdo con ustedes, pero hay algunas excepciones a tal regla, puntos tan extremos y sin
retorno, que hace falta ponerlos en una balanza y ver si son lo más conveniente,
muchas veces así es como rijo mi vida y me ha funcionado, he invertido menos
energía en cosas realmente estúpidas, y he podido salir adelante de
adversidades, solo que en está
ocasión la balanza no giraba en torno a mí, así que lo simplifique y decidí solo guardar silencio, pasarme el trago amargo por mas grotesco que me supiera.
Pero lo que si no voy a callar es
el sentimiento, el hecho de que vivimos en una sociedad, donde el hombre
civilizados debe entender que no es ¡NO!
De lo que si estoy segura es que
por más sentimientos nobles que ese maldito orangután tenga, cuando cae de mi
gracia, puedo fácilmente apartarlo, y entonces ya me hizo un favor, y ese es el único límite infranqueable en
mi regla personal de vida… ¡fuera hipocresías!
Solo me pregunto... ¿Cuántas veces más tendrá una mujer que callar?
Perdiste tu valioso tiempo
leyendo esto, porque yo tenía tanto que decir, y al final, no dije ni madres.
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