Es bien chistoso que cuando te siente muy entusiasmada con
algo, muy animada a ser feliz, a verte bien, a gustarte sin criticar tu cuerpo
ni tu ser, pasen cosas desafortunadas. Ha sido un año como pocos, un tiempo muy
difícil, no comenzó bien e intenté mentalizarme que no sería el inicio de un
año difícil, que sólo fue una prueba que superamos muy bien, pero no sucedió así.
Al comienzo de este 2015 unas personas nos hablaron para
decirnos que mi papá había muerto, una de mis peores pesadillas se hacía
realidad, el solo escucharlo congelo mi mundo, pero afortunadísimamente sólo
fue un mal entendido que dejó un horrible sabor en mi boca. Cuando vives lejos
de la familia es imposible dejar de pensar que algo así puede suceder y que tal
vez cuando te despides de ellos sea la despedida final, la última vez que los
veras con vida, sé que suena extremista y muy pesimista que no debería dar
cabida a esos razonamientos, pero a veces es inevitable y sé que ellos piensan lo mismo cuando se despiden de nosotros.
Aunque fue una mala pasada, era el inicio de cosas
calamitosas y uno como guerrero de la vida poco a poco se siente desganado,
desgastado, con unas enormes ganas de tirar la toalla. Poco después muere un
amigo al que tenía mucha ilusión de conocerlo mejor, fue una perdida
invaluable, muy joven, con mucho camino por delante, la pesadilla comenzaba. Una
y otra cosa sucedía, uno y otro error irreparable cometía, pésimas elecciones
me acechaban. Al paso de los meses, sentía que me desmoronaba, debí ser un polvorón.
Mi abuelo, mi chatanuga ya no está con nosotros, hoy
descansa en la muerte y las cosas no parecen estar en su sitio. Yo que amo la monotonía
de las cosas buenas en sus mejores tiempos y de pronto todo tiene que cambiar.
Me siento como el intro de la canción besare
el suelo otra vez, “cuando más bella es la vida, más feroz es su zarpazo,
cuantos más frutos consigo, más cerca estoy de perder”.
Simplemente es ¡uff!, no hay unicornio, me faltan vidas para
el juego, hay días buenos y malos y de verdad quiero que las cosas cambien y
ser valiente levantarme, limpiarse el polvo y continuar con proyectos porque ¿qué
me queda? ¡Ser feliz! Es lo único que me queda, otros tendrás otras opciones
pero la mía es así de simple y aunque suena muy quejumbroso lo que escribo,
pero no tengo miedo a decir lo que no me gusta y esto no me gusta, sin embargo
no se vale ser un agachón y vivir una vida de pena o peor aún, no vivir nada por
elección, ¡no! Ni pex, hay que chingarle y chingarle bien.
Me pregunto, tal vez cuando muera alguien se entere que yo
escribía un blog con mis pensamientos (me refiero a la familia o a personas que
me quieran o estimen) y mientras lo hacen sientan que escuchan mi voz, y
entonces lean todas mis entradas en el blog una y otra vez, porque de esa forma me sientan
vivan, me sientan cerca, y al mismo tiempo incrédulos ante el hecho de que ya no estoy ahí, y que tal vez nunca me vuelvan a ver, justo como yo siento a esas personas
ahora, ¡no lo puedo creer ya no están aquí!... mientras tanto estos escritos se quedan en la nube, con otros miles de millones
escritos más en la red, mientras tanto yo siento un año difícil, y un miedo a
que continúen las cosas por este rumbo…
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